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12 David mismo tomó la lanza y el jarro de agua que estaban a la cabecera de Saúl, y los dos se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, pues todos estaban dormidos. No se despertaron, pues el Señor los había hecho caer en un sueño profundo. 13 David cruzó al otro lado y se detuvo en la cumbre del monte, de modo que había una buena distancia entre ellos. 14 Entonces llamó al ejército y a Abner hijo de Ner:

―¡Abner! ¿Me oyes?

Abner replicó:

―¿Quién le está gritando al rey?

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